La primera caminata nocturna fue una verdadera desilusión... No hayamos tortuga ni rastro alguno. Andrea y Samanta encontraron a una y la vieron desovar. Estaba tan celosa de ellas, no quería irme de este viaje sin ver a una tortuga.
No tuve que esperar demasiado para ver una. La segunda noche, nos encontramos a mamá. La vi anidar y me acerqué a ella y la observé, la acaricié y la amé. Era tan bella. Tenía unos parásitos en el cuello y se los quité, la estaba apoyando en su parto. Todo el ritual fue tan hermoso, desde que llegó hasta que se fue.

Cuando está anidando es cuando las personas se pueden acercar a ver a la tortuga. En su caparazón, ésta tortuga Golfina tenía unas especies de heridas debido a que el macho se engancha en ella para aparearse y fecundarla. De vez en cuando, la tortuga suspira profundamente emitiendo el sonido parecido al de un lobo respirando. La tortuga L.O. tiene un tipo de pico en la parte de arriba de su hocico. Su piel era dura pero suave, se asemejaba a la textura de una uña.

Después de que extraemos los huevos, hacemos un registro de dónde se encontró, la hora, el tipo de tortuga que anidó, su ancho y largo curvo, y el número de huevos. Es así como saben exactamente el día en que las tortuguillas saldrán del nido para ir al mar.
Nosotros simulamos el nido de la tortuga en el corral de incubación para proteger los huevos y regular la temperatura en la que estos se gestan ya que entre más calor, más hembras se forman y entre más frío, más machos se forman.
Fue una experiencia maravillosa en su todo. Me encanta vivir para este tipo de cosas, me hacen crecer tanto...
Escrito por Lyann Jafif Nahmias
Escrito por Lyann Jafif Nahmias
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