martes, 12 de diciembre de 2017

Querido Amor,


Sinceramente creo que te mal nombraron, el prefijo "a" en el vocablo griego significa sin, ¿sin qué? quizá sin división, tal como se pensaba que eran los átomos: indivisibles... ¡¿qué significa eso?! ¿Sólo hay una sola persona con la que yo te puedo experimentar? O tal vez te define como si sólo existe una manera o modo de sentirte, como si fueras único. Me confundes, ¿sabes? Yo creo que te deberías llamar "Bimor" o "Dumor" o sustituir a cualquier prefijo que implique dualidad. No te compones de puras rosas, eso me queda claro. Las espinas siempre están ahí. Suena poético pero es real, a veces no te entiendo (realmente muchas veces).

Te voy a confesar algo: Hasta ahora que experimento tu "dualidad" me percato de todo el daño que me hiciste. Llegué a odiarte, lo admito, pero te quiero tanto que nunca te abandoné. Me lastimaste tan profundamente que tomé años en cerrar las heridas que me surgieron gracias a ti y, hasta ahora que vuelvo a encontrar tu bondad, tengo una cicatriz que está ahí y me cuesta trabajo ignorarla por completo... sigue doliendo. Y más que dolor, tengo un trauma por tu culpa; estoy ciscada.

Ciscada de expresar sentimientos, ciscada de abrir mi corazón y de usarte en mis enunciados, ciscada de confiar en ti y que al final todo el trabajo y el esfuerzo no tenga retribución alguna sino que simple "rechazo" o que las cosas "se enfríen". Aunque nunca me di por vencida y siempre estuve dispuesta a encontrarte como siempre has afirmado manifestarte, hasta ahora me percato que cada relación que tuve contigo, me provocaste una gran herida en el alma. 

Debo admitir que cada vez que te encontraba me dejabas más claro quién eras y lo que yo quería de ti. Pero parecería que el esfuerzo que tengo que emprender por cada acción que antes me salía intuitivamente, ahora que te tengo, requiero de mucho más trabajo, esfuerzo y conciencia. Repito, me traumaste. Es como si antes sabía manejar con sólo tomar el volante y ahora tengo que pensar qué hacer cuando manejo, como si nunca lo hubiese hecho antes. Es como si estoy aprendiendo a caminar de nuevo cuando siempre supe hacerlo, por todas las caídas que me provocaste. Me siento un tanto encarcelada al tenerte cerca, es un reflejo involuntario por todo lo que me hiciste...

No sé si cambiaste por mí, porque te compadeciste y empatizaste con mi dolor. O simplemente eres como una madre que quizá hace cosas que nos duelen sólo para nuestro fin último que es el bien. Puedo decir que de alguna manera me despertaste pero ¡lo hiciste zarandeándome! Sea la razón por la que sea tu cambio, te agradezco profundamente por demostrarme la otra cara de la moneda... definitivamente tenía un gran malentendido de como realmente eres aunque la noción de lo que debiste de haber sido, siempre estuvo ahí. Por primera vez, puedo decir que te experimento así; indivisible y completamente. Tardé en entenderte, tardé en encontrarte y tú habías tardado en manifestarte. Te quiero mucho.

Tuya,
Lyann Jafif Nahmias