
Fuck everything. Y me fui. Sola. Al
cine.
- "Sí,
sola mamá"
- "Pero
¿cómo que sola?"
- "¿Cómo
que cómo? Así, solita, sin nadie"
- "¿Y
tu novio? No estés sola mi amor"
¿Por qué no? Me desespera que la
gente no sepa estar sola. Y no me refiero a sola manejando en el coche, me
refiero a solo con uno mismo. Casi nadie va por un café con sí mismo, o a cenar
consigo... o al cine solo.
Me sentía harta, de todo; de los
problemas, de la uni, de los amigos, del novio, de los proyectos, de las
clases, del "casi" fin de semestre y de mi falta de voluntad.
Y me quise relajar, viendo al bomboncito de Gael García...
pero la película se llama "Desierto", no "Princesas al
rescate".
Es una tristeza la realidad en la
que vivimos. Y lo que más tristeza me da es que yo Lyann, sienta tristeza,
porque no estoy ni cerca de saber lo que es el miedo, lo que se siente escapar,
el hambre, la sed o estar realmente sola. Una vez, le conté a una amiga lo mal
que me sentía al sentir tristeza cuando fuera de mi pequeña burbuja de acero,
hay un gran mundo pudriéndose. ¿Quién soy yo para quejarse? ¿Quién soy yo para
llorar? ¿Quién soy yo para decir que no lo tengo todo? Quizá es más deplorable
verme a mí llorar que ver llorar a una persona que huye de la migra.
Y mi amiga me dijo algo muy cierto: "todos somos
merecedores de lo mejor". Todos queremos lo mejor para nosotros y por eso
nos entristecemos cuando sentimos que algo falta. (Eso evidentemente me hace
preguntarme qué me falta)
Al
ver la película realmente pensé mucho en esta frase pero en otro sentido: nadie
se merece morir indignamente. Realmente me
compadecí de cada uno de los personajes, hasta del perro. ¿Cómo puedes matar a
alguien que no conoces? ¿Cómo puedes matar a alguien sabiendo que lo único que
quiere es perseguir una mejor vida, oportunidades? ¿Cómo puedes matar a alguien
sin saber quién depende de esa persona? ¿Cómo puedes matar?
Literalmente, si me preguntan cuál es el tema de la
película, mi respuesta es simple: guerra.
Vivimos en un mundo de guerras
silenciosas, con muertes y sin muertes. Y evidentemente cada quien busca salvar
su propio pellejo pero el factor suerte es indispensable para la supervivencia,
eso sí da miedo.
Tantas muertes, tantas derrotas,
tantos engaños, tanta tristeza. He entendido que la tristeza que siento no es
por mí, es por los demás. Mi compasión y empatía se han vuelto "ponerme en
los zapatos del otro" y sufrir más porque pocas veces puedo hacer algo por
ellos.
Existe una política detrás, un sistema, estereotipos,
ideologías, historia. No soy nadie para provocar cambios tan grandes, tan
básicos. Ni siquiera sé lidiar con mi propia vida.
¿Cómo solucionar el problema de los indocumentados?
¿Cómo abolir la violencia? ¿Qué sacrificar? ¿Qué hacer?
Considero que lo peor
que nos puede pasar es acostumbrarnos al horror.
Aterrorizarnos
de la primera muerte.
Sufrir
de la segunda.
Sorprendernos
de la tercera.
Acostumbrarnos
de la cuarta.
Olvidándonos
de la quinta.
And
so on...
Pero juro que yo sentía la muerte
de cada personaje, les gritaba en mi cabeza: "¡No seas estúpida!
Corre", "Escóndete, no te pongas en un plano claro" y con las
escenas gráficas, Jonás Cuarón lograba su objetivo conmigo: sentir. Y yo le
meto mi ingrediente propio: agobiarme.
Y aquí termina este escrito, porque no creo que tenga
nada más que decir.
Escrito por Lyann Jafif Nahmias
Escrito por Lyann Jafif Nahmias
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