jueves, 12 de mayo de 2016

Yerma in the heart


Fuck everything. Y me fui. Sola. Al cine.
-  "Sí, sola mamá"
-  "Pero ¿cómo que sola?"
-  "¿Cómo que cómo? Así, solita, sin nadie"
-  "¿Y tu novio? No estés sola mi amor"

¿Por qué no? Me desespera que la gente no sepa estar sola. Y no me refiero a sola manejando en el coche, me refiero a solo con uno mismo. Casi nadie va por un café con sí mismo, o a cenar consigo... o al cine solo.

Me sentía harta, de todo; de los problemas, de la uni, de los amigos, del novio, de los proyectos, de las clases, del "casi" fin de semestre y de mi falta de voluntad.

Y me quise relajar, viendo al bomboncito de Gael García... pero la película se llama "Desierto", no "Princesas al rescate".

Es una tristeza la realidad en la que vivimos. Y lo que más tristeza me da es que yo Lyann, sienta tristeza, porque no estoy ni cerca de saber lo que es el miedo, lo que se siente escapar, el hambre, la sed o estar realmente sola. Una vez, le conté a una amiga lo mal que me sentía al sentir tristeza cuando fuera de mi pequeña burbuja de acero, hay un gran mundo pudriéndose. ¿Quién soy yo para quejarse? ¿Quién soy yo para llorar? ¿Quién soy yo para decir que no lo tengo todo? Quizá es más deplorable verme a mí llorar que ver llorar a una persona que huye de la migra.

Y mi amiga me dijo algo muy cierto: "todos somos merecedores de lo mejor". Todos queremos lo mejor para nosotros y por eso nos entristecemos cuando sentimos que algo falta. (Eso evidentemente me hace preguntarme qué me falta)

Al ver la película realmente pensé mucho en esta frase pero en otro sentido: nadie se merece morir indignamente. Realmente me compadecí de cada uno de los personajes, hasta del perro. ¿Cómo puedes matar a alguien que no conoces? ¿Cómo puedes matar a alguien sabiendo que lo único que quiere es perseguir una mejor vida, oportunidades? ¿Cómo puedes matar a alguien sin saber quién depende de esa persona? ¿Cómo puedes matar?
Literalmente, si me preguntan cuál es el tema de la película, mi respuesta es simple: guerra.
Vivimos en un mundo de guerras silenciosas, con muertes y sin muertes. Y evidentemente cada quien busca salvar su propio pellejo pero el factor suerte es indispensable para la supervivencia, eso sí da miedo.

Tantas muertes, tantas derrotas, tantos engaños, tanta tristeza. He entendido que la tristeza que siento no es por mí, es por los demás. Mi compasión y empatía se han vuelto "ponerme en los zapatos del otro" y sufrir más porque pocas veces puedo hacer algo por ellos.

Existe una política detrás, un sistema, estereotipos, ideologías, historia. No soy nadie para provocar cambios tan grandes, tan básicos. Ni siquiera sé lidiar con mi propia vida.
¿Cómo solucionar el problema de los indocumentados? ¿Cómo abolir la violencia? ¿Qué sacrificar? ¿Qué hacer?

Considero que lo peor que nos puede pasar es acostumbrarnos al horror.
               Aterrorizarnos de la primera muerte.
                               Sufrir de la segunda.
                                               Sorprendernos de la tercera.
                                                               Acostumbrarnos de la cuarta.
                                                                               Olvidándonos de la quinta.
                                                                                                And so on...

Pero juro que yo sentía la muerte de cada personaje, les gritaba en mi cabeza: "¡No seas estúpida! Corre", "Escóndete, no te pongas en un plano claro" y con las escenas gráficas, Jonás Cuarón lograba su objetivo conmigo: sentir. Y yo le meto mi ingrediente propio: agobiarme.

Y aquí termina este escrito, porque no creo que tenga nada más que decir.

Escrito por Lyann Jafif Nahmias

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