Este escrito es completamente personal en el sentido que se basa en mi propia experiencia y percepción del amor en pareja. Quiero explicar qué fue lo que concebí para así buscar, encontrar y determinar la persona con la que decidí conscientemente que quiero pasar el resto de mi vida.
Regla número uno: la única perfección existente se la voy a atribuir a Dios. La verdura, por ejemplo, podríamos decir que es perfecta para el hombre porque es buena para su salud... cierto, pero no es correcto atribuirle un adjetivo tan complejo a una persona. Únicamente Dios es perfecto, por ende, la primera grande reflexión sincera que establecí fue reconocer que no existe el hombre "perfecto" para mí ni para nadie.
El matrimonio (como cualquier otro tipo de relación) está compuesto de constante trabajo, comunicación y crecimiento. De tal manera que la enseñanza profunda que hay detrás de este esfuerzo, implica un perfeccionamiento mutuo de la persona como individuo y la persona como pareja. La perfección no existe, pero eso no me priva de perseguirla como una meta para mejorar mi ser.
Por ende, a partir de lo mencionado, entendí que absolutamente todos los hombres que conocería en mi vida, tendrían "algo que no me gusta" pero tomando una posición lo suficientemente madura, sobrepasaría ese "algo que no me gusta" por algo que trabajaría por primeramente aceptar y respetar. Una amiga me dijo que su novio (ahora esposo) siempre había sido impuntual, y que ella llegó a aceptar el hecho de que trataría de ayudarlo y apoyarlo en su puntualidad, pero que realmente era algo que tenía que respetar. Me causó gracia cuando me comentó que incluso llegó tarde a su propia boda. Inferí que la gran interrogante que nos debemos preguntar es acerca de cuáles son aquellas cosas que estamos dispuestos a aceptar en nuestra pareja y cuáles no. Tenemos cierta elección ante las "batallas" que queremos luchar.
A partir de esa conclusión inicial, el siguiente paso consistió establecer aquellas cosas que no estoy dispuesta a sacrificar al establecer mi vida con alguien. Es decir, comprendo que nadie es perfecto y en vez de decidir cuál es la batalla que decido luchar, traduje el concepto a un enfoque positivo a través de una sencilla pregunta: ¿Cuáles son aquellas cosas esenciales que requiero para comenzar mi vida con alguien adecuado para mí? Por más sencilla que parece la cuestión, al reflexionar en las posibles respuestas a mi pregunta, me encontré con un mar de pensamientos empalmados. Decidí dar por hecho lo obvio, lo obvio para mí; buscaba a un hombre heterosexual, buscaba a alguien dispuesto a casarse, tener hijos, que exista atracción mutua, etc. Ese cajón de características que no me hacían dudar, ni siquiera las establecí como respuesta base a mi pregunta.
Antes de contestar mi pregunta establecí también la regla que la "lista de cosas que son esenciales para elegir al hombre de mi vida" deberían de ser, como lo dice el título, esenciales, y eso implica que si alguien carecía de sólo uno de esos puntos, no podría continuar pensando en una vida con él...
En conclusión, a través del reconocimiento real y maduro de la situación y de lo que es correcto para mí y lo que deseo, generé una profunda reflexión sobre cinco puntos esenciales e indispensables que una persona, cualquiera, debía de presentar para que yo esté dispuesta a entregar mi amor. Fueron cinco puntos porque así fue mi lista, pudieron haber sido tres o diez. El punto es que todas aquellas características establecidas por mí serían insacrificables.
Fui generando la lista (literalmente, por escrito) en un lapso de seis meses porque me tomó tiempo pensar en cada detalle. Un ejemplo de esa reflexión es el siguiente, ¿realmente estoy dispuesta a rechazar a alguien porque no tiene una carrera universitaria? Digamos que es "el hombre perfecto" pero el único detalle que lo hace "imperfecto" es que no tiene una carrera universitaria... ¿Estaría siendo congruente, inteligente y sincera conmigo misma si rechazara a un hombre que lo único que carece es de una carrera universitaria? Quizás lo más importante sería esforzarme en expresar cuál es la base por la que me gustaría que mi pareja tenga una carrera universitaria. La carrera en sí es irrelevante, me percaté que lo que buscaba realmente era a un hombre dispuesto a aprender y con un constante cuestionamiento ante sus acciones, de tal manera que, como consecuencia, sería un hombre abierto al mundo. Después de ahondar en esto y tener claridad al respecto, experimenté un momento sublime; tomé conciencia de que la mayor importancia de la búsqueda de mi pareja debería de ser ante los fundamentos y las bases de los principios y valores de mi vida.
Sin más alborotos y ahondo, la lista fue la siguiente:
- Que sea respetuoso, tolerante, paciente;
con el entorno, con la naturaleza, con mi familia, con su familia, conmigo, con las personas, con las ideas ajenas, con las religiones, con la delicadeza de la vida, con los frutos de las acciones - Que tenga disposición a crecer y mejorar como persona;
que aprenda, reflexione, se cuestione, aspire, luche, desee, disposición a comunicarse. Pedir perdón y perdonar. Levantarse y nunca dejar de luchar - Que tenga un corazón puro;
un verdadero Ben Adam, humilde, caritativo, altruista, magnánimo, de buenas intenciones, agradecido - Que sea atento y leal;
con su persona, con su palabra, conmigo, con su familia, con su trabajo, con sus pertenencias, con sus proyectos - Que crea en una "energía" superior que controla... todo;
que tenga la parte espiritual presente en su vida. Que esté consciente de que no todo gira a su alrededor y no todo está en su control propio
Tuve la lista conmigo y observaba objetivamente, sin juzgar, a los chavos de mis salidas/citas para determinar si sería esa persona el hombre que cumpliría con "mis requisitos". Después de año y medio de búsqueda, encontré al hombre adecuado para mí porque presenta lo más importante para mi vida, que son los fundamentos de los principios y valores de mi persona.
Aunque es dos años y medio más chico que yo, aunque no tiene una carrera universitaria, aunque no pesa más que yo, aunque no era un experto manejando, aunque no tenía un trabajo prometedor, aunque no estudió en una escuela conocida para mí, aunque no es fiestero, aunque no es completamente extrovertido. Esas cosas y las demás, son irrelevantes para mí... Porque él es adecuado para mí.
Escrito por Lyann Jafif Nahmias