Desde niña tengo una fascinación
por la naturaleza, tanto que me he percatado que el sentido de mi vida y uno de
los primordiales objetivos se asocia a preservarla y amarla.

Recuerdo que en mis clases de
Torah en segundo de primaria, mi maestra nos enseñó acerca de Génesis que
"Dios creó el mundo en seis días y el séptimo descansó." ¿Por qué
descansó?
¿Acaso fue
agotador crear el mundo para Todopoderoso, un ser supremo? No
estaba muy de acuerdo con la manera en la que se expresó mi maestra, dudaba de
su veracidad... La explicación más lógica ante lo que Dios hizo ese séptimo día,
se ha grabado en mi corazón y es muy poderosa. Me gustaría exponer el concepto
con una metáfora: cuando un artista se inspira y se concentra en pintar una obra
a la cual le dedica tiempo y esfuerzo ¿qué hace cuando finalmente la termina?
Quizá vaya a su cocina por un café, coloque una silla enfrente del caballete
que soporta su pintura, se siente y suspire profundamente para contemplar su creación.
La contemplación es una habilidad extremadamente valiosa.

Me cuestiono mucho sobre cómo
hemos dañado a nuestro planeta. Me pregunto por qué estamos divididos; algunos
nos importa más que a otros y hasta existen personas que no les importa en lo
absoluto, se muestran indiferentes ante la creación. A mí me emociona ahorrar,
no desperdiciar me permite sentirme útil, "menos es más" es mi
mantra. Deseo vivir en paz conmigo misma y para lograrlo, debo de utilizar
correctamente a la naturaleza que me otorga vida porque la amo. Considero que
ante todo, lo que me ha permitido sensibilizarme como ser humano hacia el medio
ambiente es haber contemplado a la naturaleza. Puede ser que una razón
insignificante es porque tuve la oportunidad de hacerlo ya que mi casa tiene un
jardín. Esto me permitió que desde niña esté conectada con las plantas, me
sorprendan los insectos y desarrolle una consciencia profunda para comprender
de dónde realmente venimos y pertenecemos. Poco a poco mi relación y amor se
fue afinando positivamente hacia todo lo natural. Lo verde me llama, la tierra
me tranquiliza.
Es importante abrirnos un espacio humanista en nuestras vidas que
nos permita contemplar. Contemplar el cielo, contemplar bajo las estrellas la
energía de la luz sobre la oscuridad, contemplar los árboles al respirarlos,
tocar sus raíces y observar sus colores. Contemplar la soledad inexistente al
estar rodeados de paisajes, contemplar el infinito silencio que le sobrepone el
canto de las aves. Contemplar la creación.
Yo amo la naturaleza porque tuve
la oportunidad de contemplarla, a otros no se les presentó la circunstancia
favorable de hacerlo... Contempla el mundo al cual todos pertenecemos y
entenderás perfectamente qué hizo Dios el séptimo día.
Escrito por Lyann Jafif Nahmias