¿Qué es lo que realmente importa al final d e nuestros días?
¿Longevidad? ¿Calidad de vida? ¿Trascendencia? ¿Felicidad?
Hace más de un año que trabajo en una institución que se desempeña en personas mayores. Específicamente investigo y subo contenido de interés sobre la vejez a una plataforma digital dirigida a mi comunidad. Abordo temas como salud y bienestar, estilo de vida, finanzas y planeación, salud emocional, etc.
Existe mucho contenido de gran calidad que se dedica a ahondar en temas relacionados a las personas mayores. Y constantemente se publican estudios y recomendaciones para tener una vida extraordinaria para prepararse para la vejez e incluso vivir increíblemente en ella.
He llegado a interiorizar en mi perspectiva de vida, una frase que una persona muy querida me dijo en una clase:
"La persona extraordinaria es aquella que conlleva sus días de continuos actos ordinarios.”
– Rab Elisha Coffman
¿Y qué relación tiene dicha frase con la vejez?
Yo soy una joven mujer de veintisiete años de edad. Leo mucho y me interesa saber cómo llevar una vida plena a través de los años para sentirme satisfecha y en buen estado de salud cuando sea adulta mayor. Busco tener un envejecimiento productivo.
La respuesta a qué es lo que importa al final de mi vida quizá es más simple de lo que me imaginaba. Y mucha de la sabiduría está detrás de la anterior frase.
Artículo tras artículo, estudio tras estudio, reflejan conclusiones muy conocidas, perceptibles y totalmente entendibles sobre cómo llevar una vejez sana.
Lo que importa al final de mi vida es cómo llevo a cabo mi vida en el presente. Es decir, lo que importa al final de mis días es el conjunto de acciones que me han llevado a ser quien soy hoy y también lo que hago hoy… Parece una respuesta contradictoria pero considero que engloba el concepto de lo extraordinario.
Acciones simples y ordinarias me llevarán a una vida con gran posibilidad de extenderla por muchos años de manera sana y dichosa, con bastante que enseñar con mi ejemplo, alegrándome de quien fui, y de quien seré en ese presente del futuro.
La persona extraordinaria es aquella que conlleva sus días, uno por uno, continuamente de actos ordinarios, tales como:
- Comer sanamente
- Ejercitarse físicamente
- Trabajar las relaciones interpersonales
- Aprender cualquier cosa y así ejercitar la mente con nuevos conocimientos
- Asegurar recursos financieros para cuando se requieran
- Laborar y mantener la mente activa
- Dormir bien
- Ser agradecidos
Lo anterior, son simples actos que muchas veces se posponen por acciones intrascendentes como el consumismo desmesurado, la falta de empatía por lo ajeno y la carencia de contención de impulsos humanos de ambiciones intrascendentes.
¿Y qué relación tienen dichas acciones con la sustentabilidad?
Todos aquellos simples actos que nos hacen ser personas extraordinarias nos llevarán a una vejez sana y plena. Aquellos mismos actos son los que nos llevarán como humanidad a salvar nuestra especie y regenerar nuestro planeta.
Evidentemente esta relación se logra si se asocia la vejez y la sustentabilidad adecuadamente. Algunas de estas acciones en conexión a la sustentabilidad se pueden interpretar de manera directa y otras de forma alegórica.
Comer sanamente
La sustentabilidad nos indica que debemos reducir radicalmente el área con fines agrícolas para crear espacio para el mundo silvestre. La forma más rápida y efectiva de hacerlo es cambiar nuestra dieta.
Los grandes carnívoros son escasos en la naturaleza porque necesitan muchas presas para sobrevivir. Por ejemplo, por cada predador individual en el Serengueti, hay más de 100 animales de presa.
Cuando elegimos un trozo de carne, exigimos sin darnos cuenta una enrome extensión de espacio.
El planeta no puede mantener a miles de millones de grandes carnívoros. Simplemente no hay espacio.
La nutrición indica por sí misma que no es beneficioso para las personas consumir tanta carne, y siempre, siempre debemos priorizar en cada una de las comidas del día las plantas (verduras, frutas, leguminosas, etc., además de hongos).
La longevidad y la calidad de vida por gozar de una buena salud se reflejan directamente y principalmente por la dieta que llevamos en nuestra vida.
Si todos tuviéramos una dieta basada en plantas, necesitaríamos solo la mitad de la tierra que usamos hoy en día. Y como nos dedicaríamos a cultivar plantas, podríamos incrementar el rendimiento de esta tierra sustancialmente (aprovechando cada hectárea), produciendo mucho más alimento en mucha menos tierra.
A medida que mejoramos nuestros métodos agrícolas, empezaremos a revertir el acaparamiento de tierra que practicamos desde que empezamos a cultivar, lo cual es esencial porque necesitamos con urgencia toda esa tierra libre.
Ejercitarse físicamente
Más allá de los beneficios a nivel físico, es sabido que el ejercicio también beneficia funciones mentales. Los beneficios de ejercitarse constantemente son ilimitados… ejercitarte te ayuda más de lo que te imaginas.
Muchos de los ejercicios físicos que las personas practican son al aire libre y esto permite percibir de mejor manera el entorno. Dándonos la oportunidad de apreciar el oxígeno que respiramos y de visualizar la naturaleza y donde vivimos.
Las localidades en donde se encuentran zonas residenciales muchas veces buscan ofrecer espacios abiertos al deporte que a su vez incluyen proyectos de regeneración.
No implica solo ofrecer un parque, por ejemplo, sino que incluir los espacios de regeneración como espacios recreativos.
Qué mejor manera de ejercitar que hacer una caminata en el bosque, o correr alrededor de un lago protegido, andar en bicicleta de montaña y trotando con majestuosos árboles en todo el entorno.
Buscar estos espacios alienta a la sociedad cumplir con dos grandes objetivos: ejercitarse mientras se protege y regenera un área específica.
Trabajar las relaciones interpersonales
Las buenas relaciones nos mantienen más felices y saludables.
Constantemente se nos dice que nos inclinemos para trabajar, esforzarnos más y lograr más para ser ricos. Tenemos la impresión de que estas son las cosas que debemos perseguir para tener una buena vida.
Muchas veces ese pensamiento lleva a la persona a una vida basada en pertenencias materiales lo cual incentiva el consumismo desmesurado. En cambio, las buenas relaciones cercanas son buenas para nuestra salud y bienestar.
Lo que muchas veces buscamos para una vida con salud y bienestar es una solución rápida, algo que podamos conseguir que mejore nuestras vidas y las mantenga así. Las relaciones son desordenadas y complicadas y el arduo trabajo de atender a familiares y amigos no es tan atractivo.
Muchas personas cuando eran adultos jóvenes realmente creían que la fama, la riqueza y los altos logros eran lo que tenían que perseguir para tener una buena vida. Pero una y otra vez, se demuestra que las personas a las que les fue mejor, son las personas que se inclinan por las relaciones, con la familia, con los amigos, con la comunidad.
Las posibilidades para trabajar y mejorar las relaciones son prácticamente infinitas. Puede ser algo tan simple como reemplazar el tiempo frente a la pantalla por tiempo con las personas o animar una relación rancia haciendo algo nuevo juntos, largas caminatas o citas nocturnas, o comunicarse con ese miembro de la familia con el que no ha habido comunicación en años, porque esas peleas familiares demasiado comunes cobran un precio terrible en las personas que guardan rencor.
Cambiemos comprar cosas y buscar riquezas por tiempo con personas.
Aprender cualquier cosa y así ejercitar la mente con nuevos conocimientos
Este aspecto siempre lleva a que mejoremos nuestro nivel de vida ya que el estudio constante nos permite tomar mejores decisiones sin incrementar negativamente nuestro impacto en el mundo.
Aprender estimula la mente. Esto evita que los ancianos tengan células cerebrales que se degeneren rápidamente porque su mente está trabajando regularmente.
Desaprender también es un aprendizaje.
En la sustentabilidad hemos aprendido, desaprendido y vuelto a aprender para mejorar nuestro desarrollo adecuado en relación al planeta y como humanidad.
Confiar demasiado en la sensación de tener el completo conocimiento de cualquier cosa o estar bien en algo puede ser muy peligroso.
Quizá el plástico no es el invento del siglo. Quizá industrializar las cosas no siempre es la mejor opción. Quizá la sobreexplotación de los recursos no nos llevará a un crecimiento económico eterno. Quizá el estilo de vida que llevábamos en el pasado no es sostenible para las futuras generaciones.
El apego a nuestra propia idea de que hacemos, creamos y sabemos lo que es correcto nos impide prevenir errores cuando es absolutamente necesario y hace que nos tratemos terriblemente unos a otros.
Aprender y ejercitar nuestra mente constantemente nos permite percatarnos de que hemos cometido errores en el pasado como personas y como sociedad y que además no poseemos la resolución absoluta a todas nuestros problemas…
El milagro de la mente humana no es que podemos ver el mundo tal como es. Es que podemos ver el mundo como no es. Podemos recordar el pasado, podemos pensar en el futuro y podemos imaginar cómo es ser otra persona en algún otro lugar.
Esto nos permite ser empáticos con seres vivos y replantear los valores que nos rigen como humanidad ante el medio ambiente.
Si realmente quieres redescubrir maravillas, debes salir de ese pequeño y aterrorizado espacio de “estar en lo correcto” y “saberlo todo” y mirar a tu alrededor y contemplar la inmensidad, la complejidad y el misterio del universo.
1.200 años antes de que Descartes dijera su famosa frase sobre "Pienso, luego existo", San Agustín, se sentó y escribió "Fallor ergo sum": "Erro, luego existo". Agustín comprendió que nuestra capacidad de meter la pata, no es una especie de defecto vergonzoso del sistema humano, algo que podamos erradicar o superar. Es totalmente fundamental para quienes somos. Porque, a diferencia de Dios, realmente no sabemos qué está pasando ahí afuera. Y a diferencia de todos los demás animales, estamos obsesionados con tratar de averiguarlo.
Esta obsesión por aprender y tratar de entender el mundo puede ser la fuente y la raíz de toda nuestra productividad y creatividad. Permite que replantemos nuestro estilo de vida y nuestro entendimiento de cómo protegemos, aprovechamos y regeneramos de mejor manera el mundo en el que vivimos, incluyendo el medio ambiente.
Asegurar recursos financieros para cuando se requieran
La naturaleza nos ha enseñado que a pesar de ya no tener tan claras las estaciones del año, existen ciclos naturales para el desarrollo adecuado de los factores bióticos y abióticos de un ecosistema para permitir la proliferación constante de la vida.
El papel del dinero en nuestras vidas no es cosa menor. Su mal manejo puede inhibir la formación patrimonial, deteriorar el nivel de vida, y derivar en problemas de salud física (con mayor edad, el gasto en el rubro de salud aumenta).
En tiempos de abundancia debemos ahorrar. Y en tiempos de escasez debemos saber administrar los recursos que ahorramos para cuando vuelva a haber abundancia.
La necesidad de manejar un presupuesto, en cualquier etapa de la vida, es esencial pero lo es aun más en la etapa del retiro porque el dinero se vuelve un bien más escaso que en la etapa productiva, y debe ser administrado con efectividad para proteger la calidad de vida.
Un oso negro, por ejemplo, en los meses otoñales se dedica a comer alimentos ricos en grasas. De esta manera se prepara para el invierno porque aumenta su reserva de grasa que le permite mantener la temperatura corporal (entre otras constantes vitales) adecuada para cuando hiberna. El metabolismo y el consumo de oxígeno del oso al hibernar se reduce un 75 %.
Muchas personas no ahorran para alcanzar la meta de contar con un ingreso similar al actual, al momento de su retiro. Y eso puede ser peligroso.
Para el caso de los adultos mayores que están muy próximos o que incluso ya estén viviendo la etapa de retiro, es necesario que lleven una buena organización financiera.
Otro ejemplo que hemos aprendido como humanidad es la planificación de los recursos alimenticios. Cosechar alimentos como granos, y secarlos para ser utilizados en épocas de sequía y escasez, ha sido una práctica milenaria. Además de siempre hacer una selección de las semillas más resistentes para la próxima plantación.
Existe un banco de semillas en Noruega (Bóveda global de semillas de Svalbard) en donde todos los países del mundo tienen la posibilidad de almacenar sus semillas locales para proteger la diversidad existente. La diversidad da opciones, y las opciones son exactamente lo que necesitamos en la era del cambio climático. Quizá una variedad específica no tiene beneficios económicos actualmente pero puede servir para un futuro porque tiene resistencia a enfermedades o plagas o alguna cualidad que vamos a necesitar para el cambio climático.
Al conservar el trigo, el arroz, las papas y los demás cultivos, es posible que, sencillamente, acabemos salvándonos como especie humana.
Ahorro para el retiro se realiza para cubrir las necesidades de vivienda, vestido, alimentación y salud en la vejez e incluso entretenimiento.
Lo óptimo es iniciar con un plan para el retiro justo desde que se inicia el periodo laboral en la vida de una persona. Así se tienen dos ventajas: menor cantidad de ahorro mensual y un mayor monto acumulado al momento del retiro.
Al ahorrar (e invertir) adecuadamente los recursos financieros mientras existe la posibilidad de hacerlo nos permitirá subsistirnos de manera digna en la etapa donde exista una menor fuente de ingresos. De esa manera también podremos entender que los ciclos de la naturaleza nos exigen organizarnos y administrarnos para obtener el mejor aprovechamiento de los recursos naturales.
Laborar y mantener la mente activa
Las funciones que realizan los ecosistemas que aumentan nuestro bienestar se denominan servicios ecosistémicos.
Las personas mayores, como los ecosistemas, nos pueden otorgar bienestar común a través de brindarnos sus servicios de experiencia a través del campo laboral.
Una fuerza laboral diversa en edad puede ser una fortaleza. Cada generación, incluidos los trabajadores mayores y con experiencia, tiene diferentes formas de trabajar y poner en práctica sus habilidades. La tutoría y la tutoría inversa pueden aumentar la moral y la productividad.
Ecosistemas saludables y ricos en biodiversidad incrementan la productividad del ecosistema; cada especie de un ecosistema tiene un nicho específico: un papel que desempeñar.
Lo mismo sucede en el ambiente laboral. Un ecosistema laboral sano implica diversidad en edad de los trabajadores, resultando un incremento en la productividad de las empresas, instituciones, organizaciones, gobiernos, etc. Por ende, los empleadores y los gobiernos deben reconocer la oportunidad productiva de los trabajadores mayores.
Los trabajadores mayores pueden aportar conocimiento y perspectiva institucional, madurez social y estabilidad, y pueden transmitir conocimientos críticos a los trabajadores más jóvenes.
Los empleados de más edad no solo abordan su necesidad de resiliencia financiera y su compromiso continuo en la sociedad, sino que agregan valor económico y social a todos los aspectos de la sociedad y pueden ser un activo importante para los empleadores.
De esta manera, las funciones de la fuerza laboral envejecida es una oportunidad para impulsar el bienestar común, tal y como lo hace un ecosistema diverso y sano.
Las personas que permanecen en el trabajo después de la edad normal de jubilación y siguen aprendiendo, logran frenar el deterioro cognitivo asociado con la vejez y tienen una capacidad cognitiva de alguien un año y medio más joven.
Cada vez más, las personas quieren seguir trabajando más allá de la edad de jubilación tradicional porque quieren continuar contribuyendo a la sociedad y encontrar sentido en sus propias vidas, y el trabajo les ayuda a cumplir esto.
Al laborar y mantener la mente activa nos sentiremos energéticos y aportaremos nuestros conocimientos y experiencias al mundo, y de esa manera también podremos entender por qué es importante proteger y fomentar la biodiversidad en los ecosistemas.
Dormir bien
Existen maravillosos efectos de dormir bien, en cambio también están presentes los efectos alarmantes que se dan cuando no se duerme lo suficiente, tanto en el cerebro como en el cuerpo.
Lo mismo sucede con el medio ambiente.
Cuanto más saludable es un ecosistema, más seres vivos habrán y más recursos para nosotros para aprovechar. En cambio cuando reducimos la diversidad de un ecosistema, existen alarmantes efectos sobre ella.
A veces debemos prohibir la extracción de recursos en una zona específica dejando “descansar” al ecosistema para que se regenere automáticamente. Al igual que lo hacemos los seres humanos con nuestro cuerpo y mente al dormir.
Se sugiere que la perturbación del sueño profundo es un factor pasado por alto, que contribuye al deterioro cognitivo --o deterioro de la memoria-- durante el envejecimiento, y también, según descubrimientos recientes, al Alzheimer.
La privación del sueño envejece a los hombres una década en términos de ese aspecto crítico de bienestar. Un ecosistema sin tiempo para regenerarse causa desertificación lo cual es el contrario del potencial de bienestar fértil que posee un ecosistema sano.
Dormir, desafortunadamente, no es un lujo opcional, sino una necesidad biológica no negociable.
La protección de zonas naturales es una necesidad para mantener el balance adecuado en ellas. Por ejemplo, crear zonas de exclusión de pesca en un tercio de nuestros mares costeros bastaría para brindarnos todo el pescado que podríamos necesitar.
Dormir bien es el sistema de respaldo de la vida, y es lo más cercano a la inmortalidad que nos brinda la madre naturaleza.
Se ha demostrado que dormir es necesario después del aprendizaje para así almacenar correctamente nuevos recuerdos y no olvidarlos. Es necesario dormir también antes del aprendizaje para preparar el cerebro, como si se tratara de una esponja seca que absorbe toda la información nueva. Si no se duerme, los circuitos de la memoria del cerebro se anegan y no pueden absorber nuevos recuerdos.
La privación del sueño afecta al sistema de aprendizaje y al sistema inmunológico. La privación de ciclos de descanso en la naturaleza (por mala gestión de recursos) afecta al sistema de regeneración natural.
Cuando un sistema se regenera, no sólo se revitaliza, reactiva y restaura, sino que también permite cambios para que el sistema se transforme en algo nuevo y mejorado. Es una analogía que podemos tomar de la naturaleza que describe el porqué la necesidad de los seres humanos de dormir y descansar y los buenos resultados al hacerlo.
Allan Savory, ecologista fundador del Savory Institute propone un sistema que busca combatir la desertificación y revertir los efectos del cambio climático a través de la planificación de pastoreo holístico. Este manejo consiste en respetar los tiempos de descanso del pasto, moviendo al ganado de un sector a otro considerando la carga animal y la época del año.
Al dormir bien nos sentiremos sanos, y de esa manera también podremos entender por qué la naturaleza también requiere sus ciclos de descanso.
Ser agradecidos
La belleza de la naturaleza es un regalo que cultiva el aprecio y la gratitud.
Las personas que practican la gratitud tienden a tener menos síntomas de depresión y sentimientos más positivos en general. Tomarse el tiempo para escribir agradecimientos cada día puede hacer que pensar positivamente resulte más natural.
Belleza y seducción son las herramientas de la naturaleza para sobrevivir, porque protegemos aquello de lo que nos enamoramos. Abre nuestros corazones y nos hace darnos cuenta de que somos parte de la naturaleza y no estamos separados de ella. Vernos a nosotros mismos reflejados en la naturaleza, también nos conecta a unos con otros porque todo está conectado entre sí.
Hay que agradecer que nuestros cerebros toman el impulso eléctrico de la energía luminosa y crean imágenes a fin de que exploremos nuestro mundo. Agradezcamos de que nuestros corazones pueden sentir las vibraciones que nos permiten sentir el placer y la belleza de la naturaleza.
Es importante abrirnos un espacio humanista en nuestras vidas que nos permita contemplar la naturaleza. De esa manera podremos agradecer por el entorno donde vivimos y lo que tenemos.
Para tener una mayor empatía por comprensión de una vida y una mente más sustentable, debemos sensibilizarnos. La clave es estar con la naturaleza y contemplarla. Esto nos permite agradecer por ser y pertenecer a una pequeña parte de la madre Tierra.
En conclusión
Considero que lo que importa al final de la vida es cómo llevamos a cabo nuestra vida en el presente. Diario, debemos realizar un conjunto de acciones ordinarias que nos llevarán a una vida extraordinaria.
Entre más realicemos esas acciones de manera constante por mucho tiempo, seremos aún más extraordinarios. Como personas y como humanidad.
Si relacionamos adecuadamente esos actos, concluimos que la vejez y la sustentabilidad buscan que en el futuro se conserve la cualidad y mejore la calidad de vida por la dedicación del presente.
Escrito por Lyann Jafif Nahmias
Referencias: